Jesús vuelve al Padre como lo anunció a los discípulos varias veces: Les conviene que me vaya porque si no me voy, no vendrá a ustedes el Espíritu Santo que enviaré de parte del Padre.

El Señor, al volver al Cielo, no se desentiende de este mundo ni de nosotros al contrario, vuelve de otra manera y como lo dijo, estará con nosotros siempre hasta el fin del mundo.

La Ascensión del Señor es una fiesta de esperanza, ya que una parte de nosotros está allá, nuestra humanidad glorificada en Cristo sentado a la derecha del Padre. Nosotros, miembros de su Cuerpo, cuya cabeza es Cristo, esperamos llegar a la plenitud de nuestra propia persona cuando gocemos también de la gloria celestial junto a Jesús, en el día de nuestra feliz resurrección.

Ya la Virgen María, primera integrante de este cuerpo que todos formamos, goza de la Gloria Celestial por su Asunción a los Cielos, Ella creatura como nosotros, es vida y esperanza nuestra.

Jesús por su Ascensión nos envía el Espíritu Santo, su otra forma de presencia entre nosotros hasta que vuelva al final de los tiempos.

El Espíritu Santo que nos recuerda, nos enseña y nos lleva a la plenitud de la Verdad, el Abogado, el Paráclito, el Consolador, el Compañero de camino que nos ayuda a discernir lo mejor y lo que Dios quiere para cada uno. Con sus 7 dones y carismas nos inunda de su Amor y del Fuego que purifica y que nos templa el corazón.

Pidamos para cada uno de nosotros, para toda la Iglesia y para la humanidad entera este Fuego de Dios, Espíritu de Amor, de Fuerza y de Alegría, que nos guíe en la comunidad, que nos dé su luz y su vida.

Los bendice,

P. Juan Debesa Castro
Párroco