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León V (903)
Su pontificado duró un mes (agosto de 903). Un sacerdote llamado Cristóbal lo encerró en una cárcel y lo martirizó. Una antigua leyenda bretona lo identifica como San Tugdual, un monje benedictino que marchó a Roma y fue elegido Papa bajo el nombre de León Britígena.
León VI (928-929)
Reinó seis meses, protegido por Marozia (890-955), noble romana, hija de Teodora y del senador romano Teofilacto, aunque otras fuentes afirman que su verdadero padre fue el Papa Juan X (904-911).
Marozia fue una de las mujeres más influyentes de su época desde que, en 907, con 15 años, se convirtió en la amante del Papa Sergio III (904-911) y pasó a dominar la política papal durante un periodo de 25 años que ha pasado a la historia con el nombre de pornocracia, forma de gobierno que se caracteriza por la fuerte influencia de las cortesanas en los asuntos públicos. Literalmente significa “gobierno de las cortesanas o de prostitutas”. En dicho periodo, Marozia influyó en la elección de seis Papas y ordenó la muerte de algunos de ellos.
León VII (936-939)
El Papa León VII apoyó la Reforma de la Orden de Cluny, que fue el centro más importante de la orden benedictina. Esta orden, seguidora de la regla de San Benito, llegaría a ser la más importante de la Edad Media, estableciéndose en toda Europa. Fue creada el 11 de septiembre de 910, queriendo volver a la forma de vida original de la Orden de San Benito (480-547). Guillermo I el Piadoso, duque de Aquitania (875-918), donó la villa de Cluny al papado para que fundara en ella un monasterio con doce monjes.
En 936, Otón I (912-973), hijo de Enrique I, el Pajarero (876-936), inaugura el reinado de la Casa de Sajonia en Alemania y abre una nueva época de grandes y brillantes realizaciones para el Imperio.
León VIII (963-965)
Los romanos eligieron a Benedicto V (964), pero este fue destronado por Otón I, que lo desterró a Hamburgo. León VIII fue restablecido en el Vaticano, pero falleció poco después.
San León IX (1049-1054)
Bruno, conde de Egisheim-Dagsburg, era pariente de Enrique III (1017-1056), el Negro, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y obispo de Tula. Fue designado Papa por el emperador en Worms, donde vinieron a buscarle los delegados de Roma. Entró descalzo en Roma, después de haber conseguido la unanimidad del clero y del pueblo de Roma a favor de su elección. Fue uno de los grandes pontífices de la Iglesia, a la que supo reformar, ayudado por dos sabios consejeros: el monje benedictino Hildebrando, el futuro Papa Gregorio VII (1073-1085), y san Pedro Damián (1007-1072), también benedictino y cardenal, personificando ambos los ideales reformistas de Cluny. León IX nombró nuevos cardenales pertenecientes a varias naciones, internacionalizando el colegio cardenalicio.
El Concilio de Letrán, los Sínodos de Pavía, Reims y Maguncia consolidaron la estructura interior de la Iglesia y acrecentaron su prestigio en el mundo. Se tomaron medidas severísimas en contra de la simonía (compra y venta de cargos eclesiásticos) y de la clerogamia (matrimonio clandestino de clérigos).
Ningún Papa como León IX viajó tanto por Europa, en un tiempo en que los viajes eran verdaderas aventuras, llenos de toda clase de peligros. La ciudad de Benevento, al norte de Nápoles, pidió su ayuda en contra de los normandos “hombres del Norte” (pueblo vikingo originario de Escandinavia, principalmente daneses, que se establecieron en el noroeste de Francia en el siglo X, dando origen al ducado de Normandía). Se destacaron por su habilidad como guerreros, líderes y navegantes, y tuvieron un impacto significativo en la historia de Europa, especialmente en Inglaterra y el sur de Italia. Fueron fundamentales en la conquista normanda de Inglaterra en el año 1066, liderada por Guillermo el Conquistador (1028-1087) en la Batalla de Hastings. En el sur de Italia establecieron estados normandos en Sicilia y Calabria. Su influencia se extendió llegando al Imperio Bizantino y a la península ibérica. La dinastía normanda también gobernó Inglaterra hasta 1154).
En la batalla de Civitan al Mare, el ejército de Benevento, capitaneado por el Papa, fue vencido por los normandos y León IX fue hecho prisionero y encerrado en Benevento (1053), donde permaneció varios meses. Un nuevo Estado entraba en la historia: el de los normandos, que dominó durante varios siglos el escenario político del Mediterráneo. Poco después de ser puesto en libertad, el Papa falleció en Roma y fue elevado a los altares.
La fecha del 16 de julio de 1054 es la ruptura completa entre la Iglesia de Occidente y la de Bizancio como consecuencia de la persecución a la que el patriarca de Constantinopla, Miguel I Cerulario (1000-1059), sometió a los católicos. Bajo la directa inspiración del patriarca, un obispo griego acusó a los latinos de herejía. Los legados pontificios excomulgaron a Cerulario en la iglesia de Santa Sofía, el 16 de julio de 1054, y el patriarca pronunció el anatema en contra del Papa León IX.
Por primera vez, después de tantos decenios de decadencia, la Iglesia, bajo el pontificado de León IX, volvía a ser una potencia espiritual independiente y a justificar su universalidad.