"Unidos en Cristo para Evangelizar"
28 de Agosto de 2025
Misericordia, oración, fe y esperanza
 



Reflexiones a la luz de lo vivido en el Retiro Anual de Sacerdotes de Santiago

Queridas hermanas y hermanos en el Señor,

Después de haber celebrado, el pasado 14 de agosto, 41 años de sacerdocio, solo me queda agradecer al Señor su inmensa bondad al llamarme a este hermoso ministerio de entrega y de servicio a Dios y a ustedes en la Iglesia. Aprovecho de agradecer la numerosa participación de muchos de ustedes en la Misa de celebración de esa tarde, vísperas de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen a los Cielos.

La semana recién pasada tuve la alegría de participar en el Retiro Anual de Sacerdotes de Santiago, que cada año hacemos para renovarnos espiritualmente en torno a la Palabra de Dios.

Nuestro predicador, el padre Carlos Ponza Rodríguez, sacerdote diocesano de la diócesis de Córdoba, Argentina, nos iluminó y nos guió en una contemplación y reflexión muy profunda de los textos bíblicos, pasando por el libro del profeta Jonás, el ciclo del profeta Elías, los evangelios de san Lucas y el final del evangelio de san Juan, concretamente el capítulo 21.

Quisiera compartir algunas conclusiones personales que saqué de estos días intensos de oración y de gran profundidad para la vida espiritual mía, y pienso que también servirán para ustedes:

 

  • La oración, como respuesta al Señor, no es solo hablarle a Él, sino escuchar lo que Él dice y responderle a esas mociones o palabras que nos da en la oración.
  • El Espíritu Santo siempre piensa en nosotros y, al invocarlo, viene en nuestra ayuda.
  • Jesús siempre baja a nuestras oscuridades para iluminarlas con su luz y a los infiernos humanos todos los días.
  • Nuestras miserias y pecados son absorbidos por la misericordia de Dios.
  • Dios siempre nos da una nueva oportunidad. Si nos equivocamos o fallamos, mantiene la tarea, no la cambia. Es fiel a la alianza hecha con cada uno de nosotros.
  • Siempre debemos volver a lo esencial, que es creer y tener fe.
  • Que la Palabra de Dios toque las fibras más profundas del corazón y de la vida.
  • El Señor es amor, perdón y misericordia.
  • Seguir adelante a pesar de todo, porque me dejé seducir por el Señor.
  • No basta con cumplir: hay que servir, perdonar y amar.
  • El amor de Dios es un amor fiel, perseverante y constante.
  • Cuidado con la confusión interior, que no distingue nada y parece que todo da lo mismo. Pedir la luz para iluminar el corazón oscuro y confundido.
  • Dios es un fuego que arde, transforma, purifica y consuela. Solo en un corazón ardiente está Cristo.
  • Dios es el Viviente, que habla y escucha a su pueblo.

Pidamos al Señor, por intercesión de María, que nos ayude a ser fieles testigos de su Hijo Jesús en el servicio y en la entrega a nuestros hermanos. Estas reflexiones continuarán.

 

 

Los bendice su párroco, 
Padre Juan Debesa Castro.


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