"Unidos en Cristo para Evangelizar"
05 de Diciembre de 2025
La Inmaculada Concepción de María
 



Con María surge una nueva creatura, toda orientada al perfecto cumplimiento del plan de Dios: la salvación de la humanidad.

Queridas hermanas y hermanos:

En el Tiempo de Adviento recién iniciado, aparece la figura de la Santísima Virgen María en su doble icono: como la Virgen de la “O”, que espera al Niño Jesús en su embarazo, y como la Inmaculada Concepción.

El día 8 de diciembre de 1854, el Papa Pío IX declaró solemnemente el dogma de la “Inmaculada Concepción” de María en la Carta Apostólica Ineffabilis Deus, donde se proclama, se declara y se define que la doctrina que sostiene que la Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser, por tanto, firme y constantemente creída por todos los fieles.


En la fiesta de la Inmaculada Concepción celebramos la gracia y el privilegio único por el cual Dios, teniendo en cuenta los méritos redentores de Cristo, preservó a María de toda huella del pecado original.


Que María fue concebida “Inmaculada”, sin mancha, significa que desde el primer instante de su existencia recibió la gracia santificante, quedando libre del contagio universal del pecado original.
Dios aplicó a María, anticipadamente, el beneficio de la redención de Cristo; por eso es la primera redimida. Juan Duns Escoto (+1308) decía al respecto: “Convenía que Dios hiciera la excepción; podía hacerla; por tanto, la hizo”. María fue preservada del pecado en atención a los méritos de Cristo y para prepararle una digna morada a Jesús.


En Oriente, desde el siglo VI, hay afirmaciones claras a favor de la Inmaculada Concepción. La fiesta de la concepción de María (Inmaculada) es de origen oriental. En el siglo VIII se extendió por Oriente y llegó a Italia, a Inglaterra en el siglo XII y a Francia en el siglo XIII.


Desde el siglo XV se afianza la fe en la Inmaculada Concepción en Occidente. El Papa Sixto IV, en 1476, introduce universalmente la fiesta litúrgica en la Iglesia. Ya es una verdad aceptada universalmente cuando el Papa Pío IX la define como dogma de fe el 8 de diciembre de 1854.


No debe confundirse el misterio de la Inmaculada Concepción de María con la Concepción Virginal de Jesús por María (dogma de la Virginidad perpetua de María, que afirma que la maternidad divina de María es virginal y que esa virginidad es antes, durante y después del parto. El Concilio de Letrán del año 649 y el Papa Pablo IV en el año 1555 lo corroboran).


La Maternidad Divina de María (Theotokos) se definió en el Concilio de Éfeso en el año 431.
La Inmaculada Concepción designa el estado de santidad en que María fue concebida por sus padres, Joaquín y Ana. La concepción virginal se refiere al modo como María llegó a ser Madre del Hijo de Dios.


El plan divino de la salvación es eterno y abarca a toda la humanidad, pero reserva un lugar particular a la mujer elegida por Dios para ser Madre del Salvador.


Con la Inmaculada Concepción comienza un mundo nuevo animado por el Espíritu Santo. Con María surge una nueva creatura, toda orientada al perfecto cumplimiento del plan de Dios: la salvación de la humanidad.


Con María aparece en nuestro mundo una mujer en la que Dios ha realizado ya la salvación que ofrece, en Cristo, a toda la humanidad.


Se cumple así, en una humilde mujer de Israel, la promesa hecha por Dios después del pecado original: un descendiente de la mujer derrotará al mal y al pecado en su misma raíz, la nueva Eva.

Por eso, María brilla como ejemplo y signo de esperanza para toda la humanidad que, con fe en Cristo, esperamos de Él la salvación y la libertad de todas las esclavitudes que son fruto del pecado: egoísmo, soberbia, orgullo y vanidad.

Los bendice su párroco y feliz fiesta de la Inmaculada Concepción,

P. Juan Debesa Castro


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