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Se ha publicado el informe “Hablemos de reinserción: condiciones, necesidades y oportunidades para una reinserción social efectiva en Chile”.
En una carta en un diario de circulación nacional, el Cardenal Chomali daba su apoyo a esta iniciativa, dando cuenta que la Iglesia Católica ha participado en varios procesos de reinserción que han sido exitosos. En palabras de nuestro prelado, “la cárcel por sí sola no basta”. “Lo que se requiere son oportunidades reales que permitan a cada persona escribir una nueva historia, repasar los vínculos dañados, reconciliarse consigo misma y la comunidad”. “Trabajar por la reinserción no es una ingenuidad, es más bien apostar por la paz social que nace del reconocimiento de la dignidad de toda persona humana”.
El tema de la reinserción es un asunto que no goza de simpatía popular. A los políticos no les da voto. Más bien lo contrario, ofrecer cárcel si da rédito.
El desafío que suponen estos temas es complejo, por varias razones.
Primero, la población penal ha ido en aumento en los últimos años. A junio de 2024 había 59.500 presos. El incremento ha sido significativo, poniendo al límite de su capacidad al sistema penitenciario.
Segundo, es un hecho que la actividad delictiva y criminal ha recrudecido, y ello no colabora en cualquier plan de reinserción.
Tercero, han pasado a ser actores de la población penal muchos extranjeros que por sus conductas antisociales han quedado privado de privados de libertad por cometer delitos en nuestro país.
Contra lo que se pueda pensar, la elevada tasa de población penal indica que el sistema de persecución funciona en Chile, más allá de las percepciones negativas que la crisis en pleno desarrollo puede llevar a estimar.
Cuarto, es un desafío la problemática de la reincidencia delictual. Existen trabajos realizados por distintas reparticiones que revelan que entre 42%-50% de los que egresan de la cárcel vuelven a cometer delito.
Esta última variable es muy relevante a considerar, porque el paso por la cárcel, claramente no da las herramientas a los que fueron privados de libertad para su retorno a la vida en sociedad.
Nos puede a discernir propuestas en esta materia las orientaciones dadas, en su momento, por Benedicto XVI para la pastoral en las cárceles, en la que invitaba a “descubrir el rostro de Cristo en cada detenido” (Cf. Mateo 25, 36).
En palabras el Papa referido, este “ministerio exige mucha paciencia y perseverancia”. Sintetizando el problema humano que promueve este desafío indicaba, “los detenidos pueden fácilmente dejarse aplastar por sentimientos de aislamiento, de vergüenza y rechazo que corren el riesgo de hacer añicos sus esperanzas y sus aspiraciones para el futuro. En este contexto, los capellanes y sus colaboradores están llamados a ser heraldos de la compasión y del perdón infinitos de Dios”.
“En colaboración con las autoridades civiles, tienen la tarea difícil de ayudar a los detenidos a redescubrir el sentido para sus vidas de manera que, con la gracia de Dios, puedan transformar su propia vida, reconciliarse con sus familias y amigos y, en la medida de los posible, asumir la responsabilidad y los deberes que les permitan llevar una vida honesta y recta en el seno de la sociedad”.
Pidamos a Santa María, que es protectora de los desvalidos, que nos ayude a crecer en caridad con los privados de libertad.
Autor: Crodegango