"Unidos en Cristo para Evangelizar"
29 de Octubre de 2025
La exhortación apostólica Dilexi te
 


El Papa León XIV nos recuerda que, para nuestra fe, el tema de ocuparnos de los pobres no es un favor, sino un deber.

El Papa León XIV firmó el primer documento magisterial de su pontificado, una exhortación apostólica sobre los pobres titulada Dilexi te, Te he amado.

Con esto, el Sumo Pontífice continúa la senda de su predecesor, el Papa Francisco, quien dedicó gran parte de su magisterio a recordar la centralidad que tienen los pobres en la fe católica.

El documento hace un repaso por la bimilenaria historia de atención eclesial a los pobres, que ha sido un camino ininterrumpido de la Iglesia. El cuidado de los pobres forma parte de la gran Tradición de la Iglesia.

Junto con recordar lo dicho y hecho por muchos santos, papas y documentos de diferentes épocas, también se rememora lo manifestado en textos contemporáneos, que cito a modo ejemplar:

“104. El cristiano no puede considerar a los pobres sólo como un problema social; estos son una ‘cuestión familiar’, son ‘de los nuestros’. Nuestra relación con ellos no se puede reducir a una actividad o a una oficina de la Iglesia. Como enseña la Conferencia de Aparecida, «se nos pide dedicar tiempo a los pobres, prestarles una amable atención, escucharlos con interés, acompañarlos en los momentos más difíciles, eligiéndolos para compartir horas, semanas o años de nuestra vida, y buscando, desde ellos, la transformación de su situación. No podemos olvidar que el mismo Jesús lo propuso con su modo de actuar y con sus palabras. [114] (V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (29 junio 2007), n. 397, p. 182)."

Tampoco faltan los llamados de atención sobre la relación que debe existir entre la fe y las obras. En tal sentido, es muy elocuente lo que se lee en los siguientes números:

“112. A veces se percibe en algunos movimientos o grupos cristianos la carencia o incluso la ausencia del compromiso por el bien común de la sociedad y, en particular, por la defensa y la promoción de los más débiles y desfavorecidos. A este respecto, es necesario recordar que la religión, especialmente la cristiana, no puede limitarse al ámbito privado, como si los fieles no tuvieran que preocuparse también de los problemas relativos a la sociedad civil y de los acontecimientos que afectan a los ciudadanos. [125] (Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 186: AAS 105 (2013), 1098)."

“113. En realidad, «cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficiencia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos, también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o critique a los gobiernos. Fácilmente terminará sumida en la mundanidad espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones infecundas o con discursos vacíos». [126]”

“114. No estamos hablando sólo de la asistencia y del necesario compromiso por la justicia. Los creyentes deben darse cuenta de otra forma de incoherencia respecto a los pobres. En verdad, «la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual […]. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria». [127] No obstante, esta atención espiritual hacia los pobres es puesta en discusión por ciertos prejuicios, también por parte de cristianos, porque nos sentimos más a gusto sin los pobres. Hay quienes siguen diciendo: “Nuestra tarea es rezar y enseñar la verdadera doctrina”. Pero, desvinculando este aspecto religioso de la promoción integral, agregan que sólo el gobierno debería encargarse de ellos, o que sería mejor dejarlos en la miseria, para que aprendan a trabajar. A veces, sin embargo, se asumen criterios pseudocientíficos para decir que la libertad de mercado traerá espontáneamente la solución al problema de la pobreza. O incluso se opta por una pastoral de las llamadas élites, argumentando que, en vez de perder el tiempo con los pobres, es mejor ocuparse de los ricos, de los poderosos y de los profesionales, para que, por medio de ellos, se puedan alcanzar soluciones más eficaces. Es fácil percibir la mundanidad que se esconde detrás de estas opiniones; estas nos llevan a observar la realidad con criterios superficiales y desprovistos de cualquier luz sobrenatural, prefiriendo círculos sociales que nos tranquilizan o buscando privilegios que nos acomodan.” ?

Tenemos que asumir el compromiso y seguir manteniendo muy viva la actividad caritativa de la Iglesia Católica. En esta exhortación, el Papa León XIV nos recuerda que, para nuestra fe, el tema de ocuparnos de los pobres no es un favor, sino un deber.

Pidamos a Santa María, protectora de los desvalidos, que nos ayude a crecer en caridad.

 

Autor: Crodegango

Puedes leer el documento Dilexi te AQUÍ.
 






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