"Unidos en Cristo para Evangelizar"
05 de Noviembre de 2025
La creencia de los jóvenes y la Encuesta Bicentenario 2025
 


Un fenómeno creciente de vacío espiritual que busca llenarse con placeres efímeros.

Un hecho que se mantiene constante en nuestra sociedad es el aumento de la incredulidad de los jóvenes, que no se sienten representados por ninguna religión. El 51% señala no profesar ninguna religión. El dato anterior se ha visto ratificado recientemente con la publicación, en 2025, de la última Encuesta Bicentenario, realizada por la Pontificia Universidad Católica.


Muchos de ellos han optado por la incredulidad sin haber reflexionado antes sobre las consecuencias que trae aparejada dicha actitud, la que ya ha sido advertida en diferentes épocas con frases de gran calado: “Cuando el hombre no adora a Dios, puede terminar por adorar al sol; a la luna; al gran número de estrellas; al cielo juntamente con los astros; a los elementos tierra, agua, aire, fuego; a los objetos bellos que puede encontrar el hombre (estatuas, imágenes); a las pasiones (incluyendo prácticas completamente vergonzosas como delirios y sacrificios humanos)” (Gregorio Nacianceno); “Si Dios no existe, todo está permitido” (Dostoyevski); “Cuando las personas eligen no creer en Dios, no es que después de eso no crean en nada: son capaces de creer en cualquier cosa” (Chesterton).

No adscribirse a una religión no significa necesariamente que no se le asigne relevancia a la existencia de Dios. Lo que puede estar ocurriendo es que la prescindencia de los jóvenes de una religión con culto eclesiástico puede interpretarse como una opción por otras alternativas, en las que se elige profesar un culto individualista (“su propia y personal religión”), un culto chamanista o un culto comunitario. En esta posibilidad no se debe descartar el surgimiento de creencias hechas al antojo personal, tomando como ejemplo, como credo, la naturaleza, los animales, la ciencia, el sexo, un equipo de fútbol, la madre tierra, “las energías”, etc.

También el hecho de que no se adscriban a ninguna religión puede significar que han optado por ser ateos o agnósticos. En este caso, las respuestas espirituales que normalmente satisfacen las religiones (como la diferencia entre el bien y el mal) se buscan en otros lugares, endiosando al Estado, la raza, el partido político, el dinero, etc.

Dentro de las causas que también explican que muchos jóvenes prescindan de la religión y opten por el ateísmo o el agnosticismo hay una que se vincula a lo que la teología espiritual describe como acedia o tibieza. Se trata de una enfermedad que afecta la vida espiritual de las personas que, en algún momento de su vida, de manera sincera, se habían planteado como opción de vida el crecimiento y la santidad a la que es llamado todo cristiano. En términos generales, la tibieza se caracteriza por la aridez del espíritu frente a las cosas de Dios.

Para entender cuándo está presente esta patología espiritual, se pone como ejemplo clásico la actitud de una persona que tiene frío en invierno. Si hay una estufa en su casa y no se acerca a ella, es su culpa no salir del frío. La pregunta es: ¿por qué esta persona que siente frío no se acerca a la estufa?

La sintomatología de la tibieza está acompañada de varias manifestaciones que pasamos a describir:

El desaliento. La tibieza no se da de un día para otro; en forma paulatina se apodera de la voluntad hasta hacerla caer en un estado de terrible indiferencia. Ordinariamente, antes de caer en la tibieza surge el desaliento.

La relajación de espíritu. El espíritu se relaja y todo le da igual al tibio en su vida espiritual. Antes se ilusionaba con su visión cristiana de la sociedad y los valores esenciales del Evangelio, y gradualmente eso se va considerando una etapa superada. Una vez llegada a este estado, la persona está abierta a ser influenciada por conductas inspiradas en modelos mundanos, ideas novedosas que invitan a tomar actitudes y comportamientos, aunque estos estén alejados del ideal cristiano.

La relajación de espíritu lleva a abandonar la oración, que es el arma de lucha más poderosa de los cristianos. El tibio ve la oración como algo aburrido, pesado, una pérdida de tiempo. Así, por ejemplo, ir a misa se ve como una pesada carga, comparable a subir el Aconcagua sin equipo de andinismo.

La necesidad de satisfacciones inferiores. Cuanto acostumbraba antes a hacer como cristiano ahora le aburre, le cansa. Su anterior vida de oración, apostolado, obras de misericordia o el cumplimiento de los deberes del propio estado son reemplazados por otras actividades. De este modo, se siente atraído de manera cuasi atlética o expedita por amistades frívolas, la diversión en un pub, la televisión, la práctica exagerada de un determinado deporte, sigue las ligas de fútbol de prácticamente todo el planeta y cuanto programa de análisis intrascendente se emita, con un alto consumo de tiempo en las redes sociales, etc. Lo suyo es el mundo de las finanzas, de la moda, de la tecnología, del deporte, etc.

Una visión práctica, utilitaria y activista de la vida. El tibio pierde el sentido de la generosidad y todo lo afronta con una visión utilitaria y práctica: solo vale lo que reporta ganancia, comodidad, placer o satisfacción.

El horror al sacrificio. En las vidas tibias, automáticamente queda fuera el espíritu de sacrificio. Cuanto implique sacrificio, renuncia, esfuerzo o lucha queda descartado, salvo que provenga de las diferentes exigencias que el hedonismo sí le puede formular, en los términos que más adelante se explican.


Autor: Crodegango






Dirección: Avenida Vitacura #7401, Comuna de Vitacura Teléfonos: (+56 2) 2242 2401   Mail: contacto@loscastanos.cl